Si te imaginas estudiar en el extranjero y que todo sea puro estrés… Durham te va a
sorprender.
Aquí la vida universitaria se siente como una película bonita, de esas en las que el
protagonista se descubre, hace amigos increíbles y se toma cafés con vista a una
catedral enorme. Sí, así.
Un campus que parece sacado de un cuento
Durham es preciosa.
Calles empedradas, edificios antiguos, librerías escondidas, el río pasando entre los
árboles…
Caminar a clase se vuelve tu momento favorito del día (sobre todo si llevas café en
mano).
Y aunque todo se ve súper histórico, las aulas, laboratorios y espacios de estudio son
de nivel top.
O sea, lo mejor de dos mundos.
Personas de todas partes
En Durham convives con estudiantes del mundo entero.
No sabes lo bonito que es escuchar mil acentos en un mismo comedor o aprender
palabras nuevas todos los días.
Terminas entendiendo que el mundo es gigante… pero ahora tienes un pedacito de él
en tu grupo de amigos.
Estudiar sí, pero vivir también
En Durham el estudio es importante (claro), pero la vida no se queda en los libros.
Puedes:
• Entrar a clubes deportivos
• Unirte a grupos de música o baile
• Tomar talleres creativos
• Participar en debates, voluntariados, viajes y eventos
Aquí nadie se queda sin plan.
En pocas palabras…
Durham no es solo una universidad.
Es una experiencia que se queda contigo.
Es aprender, crecer, reír, llorar tantito (normal), reír más, lograr metas y sentirte
orgulloso de ti.
Es una etapa que recordarás toda la vida.
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